lunes, 25 de junio de 2012

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LA BURBUJA INMOBILIARIA Y LA ATOMIZACIÓN BANCARIA, FACTORES EN COMÚN ENTRE LOS DOS PAÍSES

El sector financiero español 'copió' los errores que hundieron la banca nipona de los 90

El sector financiero español 'copió'  los errores que hundieron la banca nipona de los 90
Un mendigo japonés pide limosna en una céntrica calle de Tokio, Japón. (EFE)
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A principios de los noventa, el precio de toda la extensión del Palacio Imperial, ubicado en el centro de Tokio, valía lo mismo que todo el Estado de California. En algunos barrios tokiotas el suelo alcanzó un precio medio de millón y medio de dólares por metro cuadrado. En Madrid, a principios de la segunda mitad de la primera década del siglo XXI, la vivienda se había disparado y empezaba a coquetear con la de la megalópolis japonesa. ¿Se pueden comparar la burbuja inmobiliaria nipona y la española? ¿Tienen puntos en común la reestructuración del sector financiero de ambos países?
De modo afirmativo contestan, en conversación con El Confidencial en Tokio, un funcionario de alto rango español y el directivo de uno de los principales bancos japoneses. Rafael Coloma, director de la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en la capital nipona, no duda en poner como ejemplo el caso de un solar en Ginza, uno de los barrios más chic de Tokio. Coloma afirma que llegó a valer “igual que todo el estado de California”. El Confidencial ha confirmado por varias fuentes financieras que la información facilitada por este alto funcionario español era incorrecta. Coloma confundió un local en Ginza con el Palacio Imperial. “Cuando el mercado llega a esas irracionalidades de precios, la burbuja explota. La burbuja inmobiliaria de Japón fue mucho peor que la nuestra”, afirma Coloma a este diario.

A la burbuja inmobiliaria le sucedió una burbuja financiera que arrastró a la segunda potencia económica del planeta a 15 años de recesión y que dinamitó la estructura de los bancos en Japón. De las 80 entidades que operaban en Japón sólo quedan vivos tres bancos: el Mizuho, el Mitsui-Sumitomo y el Banco de Tokyo-Mitsubishi UFJ. Son gigantes que olvidaron sus reinos de taifas en las regiones japonesas para materializar sus macrofusiones entre los años 2000 y 2001.
El plan de desregulación financiera conocido como Big Bang dirigido a finales de los noventa por el ex primer ministro Ryutaro Hashimoto dio prioridad en su extensa agenda económica  al saneamiento de la banca. En ese imparable proceso de fusiones se enmarca el interés del Gobierno de Keizo Obuchi por buscar todo tipo de soluciones para impulsar el debilitado sector bancario, salvado en parte por la Ley de Saneamiento y Recapitalización de la Banca, aprobada en octubre de 1998. Con esta normativa se obligó a las entidades a que cerrasen oficinas en el extranjero, se acogieran a las ayudas públicas y disminuyeran su número de empleados (las dos últimas medidas indispensables ahora en la banca española tras el alud de reformas impulsadas por el ministro Luis de Guindos).
Una década después es el turno del sistema financiero español, que copió los mismos errores de la banca japonesa de los noventa. “El problema de España no es de solvencia, sino de liquidez, no es tanto de los bancos como de las cajas de ahorro; la fusión de algunas cajas no se ha hecho racionalmente yEspaña tiene fundamentalmente un problema de asimilación de la burbuja inmobiliaria. Los japoneses conocen muy bien este problema”, explica el consejero comercial y económico de la Embajada de España en Tokio.
Sin ajuste laboral en Japón
Rafael Coloma precisa que en Japón se produjo en primer lugar la explosión de la crisis financiera y luego la inmobiliaria. “En España ha sido al revés, pero son muy parecidas ambas burbujas. El sistema financiero japonés tiene un problema difícil de resolver: un mercado laboral en el que los empleados trabajan toda la vida para la empresa. Si no haces ajustes de plantilla en un momento de recesión estás absolutamente perdido. Ellos no hicieron ese ajuste y por eso han tardado 20 años en salir, podrían haberlo hecho vía prejubilaciones anticipadas porque eso no tiene realmente coste para el trabajador, pero tampoco lo hicieron”.
Takuya Araki, director general del Banco de Tokyo-Mitsubishi UFJ en España y Portugal, con sede en la madrileña calle José Ortega y Gasset, valora la coyuntura financiera española como “muy similar” a la de la japonesa de la década de los  noventa. “En España también se han dado demasiados préstamos al sector inmobiliario”, argumenta Araki en declaraciones a El Confidencial, tras participar en un seminario sobre las inversiones españolas en Latinoamérica organizado por la Oficina Económica y Comercial de la representación diplomática española en la capital japonesa.
El banco malo y la subida del IVA
Al directivo japonés no le sorprendería que España creara un banco malo que absorbiera los activos tóxicos procedentes de la burbuja inmobiliaria nacional. “Ya lo hemos visto en otros países, es muy posible que nos encontremos con situaciones similares en España”, destaca Araki, partidario de aplicar más medidas fiscales por parte del Gobierno de Rajoy como el aumento del IVA. “Están tomando medidas muy correctas y muy rápidas. Lamento que el mercado no lo está evaluando bien”, sostiene.
“Una de las ventajas de ser funcionario es que no podemos hacer declaraciones políticas”, explica el consejero de la Embajada Comercial y Económica en Tokio cuando se le pregunta sobre la conveniencia de un banco malo en España. Pero enseguida expresa su opinión: “¿Qué hará el Gobierno? No le va a llamar banco malo, pero hará un banco malo. Los bancos tendrán una agencia de gestión de activos independientemente del banco, que no sé cómo será, que tendrán que liquidar los activos nocivos. Hay que quitar como sea esos activos, que hay que perder el 60%, pues se pierden, pero peor es tenerlos ahí y que no sirvan para nada. Cuanto antes, mejor”.
Hay otra cifra que abunda en el paralelismo del caso japonés con el español.En 1999 el Ejecutivo japonés anunció una inyección gubernamental de 65.930 millones de dólares a cambio de que las entidades financieras se comprometieran a reformar sus sistemas organizativos y, sobre todo, a eliminar sus deudas. Doce años después, el rescate en España manejará una cantidad similar a la de la banca nipona: 62.000 millones de euros

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