jueves, 23 de diciembre de 2010

DISCURSO DEL CORONEL D. ANTONIO RUIZ BENÍTEZ CON MOTIVO DE SU TOMA DE POSESIÓN COMO JEFE DEL TERCIO ALEJANDRO FARNESIO 4º DE LA LEGIÓN

Con el permiso de Vuecencia, mi General:
Mi General, excelentísimas e ilustrísimas autoridades civiles y militares, Señores Oficiales, Suboficiales, Damas y Caballeros Legionarios, Señoras y Señores.
Quiero que mis primeras palabras como Jefe del Tercio Alejandro Farnesio 4º de La Legión, sean de agradecimiento a la cadena de mando que ha tenido a bien designarme como Jefe de este Tercio, colmando así una de mi mas ansiadas aspiraciones.
Así mismo, agradezco profundamente la asistencia de las Autoridades Civiles, que han tenido la amabilidad de hacer un hueco en sus apretadas agendas para compartir con nosotros este día. Autoridades a las que, desde este mismo momento, ofrezco mi total disposición y entrega, como un rondeño más, para apoyar y cooperar, en la medida de mis posibilidades, en todo lo que precise Ronda y su comarca.
Por último, mi reconocimiento a los Legionarios de honor, a mi familia y mis amigos que, han hecho un enorme esfuerzo para poder estar hoy aquí.
A todos, muchas gracias.
Al tomar el mando de este Tercio, soy consciente del compromiso que asumo, de lo que se me exige y de lo que se espera de mí, y lo hago sintiendo un gran honor y responsabilidad ante el reto que se me presenta.
Hace ya muchos años, siendo un niño, aprendí de mis mayores a querer a La Legión, pero tal y como decía un viejo poeta legionario, La Legión es como esa novia a la que nunca llega a conocerse del todo, por mucho que se esté a su lado; precisamente por eso, porque me enamoré de ella, quise conocerla profundamente, y así obtuve mi primer destino como Teniente en el Tercio Gran Capitán 1º de La Legión, mi querido Primer Tercio, donde aprendí un poco más sobre lo que significaba la base de La Legión, sus legionarios, y con ellos, la esencia de su Espíritu “Único y sin igual”.
Cuando de Capitán, fui destinado a la Academia de Mandos de La Legión, aprendí a valorar el esfuerzo que sus Cuadros de Mando realizaban para alcanzar los ansiados galones y estrellas prometidos por nuestro fundador, su valía personal, su disponibilidad, su entrega sin límites, su disciplina, aprendí en suma, el verdadero significado de nuestro Espíritu de Disciplina: “Cumplirá su deber, obedecerá hasta morir”.
Ya en el segundo Tercio, nuestra querida cuna de La Legión, en él que ostenté el empleo de Capitán, conocí el sacrificio y la entrega de nuestros sufridos legionarios de los Tercios norteafricanos. Y aprendí el verdadero valor, de nuestro espíritu de sufrimiento y dureza “No se quejará de fatiga, ni de dolor, ni de hambre, ni de sed, ni de sueño”.
Con mi diploma de Estado Mayor recién obtenido, La Legión de nuevo me llamó a su lado y me dio la oportunidad de participar en la organización y consolidación de la entonces naciente Brigada de La Legión, que es hoy una magnífica y sólida realidad. En ella aprendí que la Bandera de La Legión no será, es ya, la más gloriosa, porque está teñida con el esfuerzo, el sufrimiento y la sangre de sus legionarios.
Finalmente, y recién alcanzado el empleo de Teniente Coronel, nuevamente tuve el privilegio de que se me otorgase el mando de una Unidad Legionaria, mi querida VII de Valenzuela, del Tercio D. Juan de Austria 3º de La Legión; bajo su blanco guión con la cruz de Santiago, aprendí el valor y el significado real de nuestro espíritu de combate “La Legión pedirá siempre, siempre, combatir sin turno, sin contar los días, ni los meses, ni los años”, porque “Nuestra raza no ha muerto aun”.
Hoy se me hace entrega del mando del Tercio Alejandro Farnesio 4º de La Legión, y con ello la posibilidad de volver a servir en las filas de La Legión, todo ello ante un jurado y unos testigos inexorables:
Mi familia, que con su sacrificio constante a lo largo de toda su vida, han hecho y hacen posible que mi ilusión se plasme ahora en realidad.
Mis Jefes, que han sabido con su enorme sapiencia y sobre todo con su paciencia, pulir mis enormes defectos y forjar en mí mucho de lo que hoy he llegado a ser como soldado.
A mis compañeros, especialmente a mi querida XXXVIII Promoción de la Academia General Militar, de la que formo parte y con los que tantos momentos compartimos, hasta alcanzar el ansiado empleo de Teniente.
Pero sobre todo a mis subordinados, que a lo largo de estos ya treinta y dos años de profesión me han ayudado a ser mejor Jefe, pero sobre todo mejor persona.
A lo largo de esta trayectoria legionaria de 20 años de servicio al lado de los mejores, he aprendido a querer al legionario y a amar a La Legión como ella se merece, entregándole toda mi dedicación y esfuerzo.
Pues bien, con ese bagaje legionario, me presento hoy aquí para hacerme cargo de este magnífico Tercio.
Recibo del Coronel Martín Bernardi, maestro y amigo, una magnífica Unidad, adiestrada, cohesionada y con una enorme moral y espíritu legionario, gracias, Miguel, muchas gracias y procuraré mantener este tesoro que hoy me confías en las elevadas cotas de eficacia a la que lo has elevado. Sabes bien que tu Cuarto Tercio está y estará siempre a tus órdenes, ésta es y será siempre tu casa.
Permítame ahora, mi General, dirigirme a los que son ya mis subordinados:
Señores Oficiales, Suboficiales, Damas y Caballeros Legionarios, mis queridos legionarios del Tercio Alejandro Farnesio 4º de La Legión:
Como primer legionario de este Tercio, tres serán los objetivos fundamentales que me he fijado para que sean alcanzados durante mi mando:
En primer lugar, el mantener una excelente preparación, basada en una exigente instrucción física, absolutamente necesaria para afrontar la dureza del combate; una extraordinaria preparación técnica y una elevada moral. Hemos de ser conscientes de que una adecuada preparación salva vidas y que a la hora de afrontar cualquier misión que se nos encomiende, no debe haber ninguna duda de que nos encontramos absolutamente preparados para desarrollarla, lo contrario sería poner en peligro las vidas de mis legionarios y no estoy dispuesto a ello. Ni la falta de recursos, ni la falta de tiempo, ni otras dificultades surgidas, serán escusa para no prepararnos; trabajaremos en el más puro estilo legionario “sin contar los días, ni los meses, ni los años”, “de día y de noche, siempre, siempre”, para continuar siendo la vanguardia de nuestro Ejército y para mayor gloria de La Legión y de España.
En segundo lugar, la fidelidad a nuestras tradiciones y nuestro espíritu legionario, reflejado en los mandamientos que para cada legionario supone el Credo Legionario, base espiritual de La Legión, médula y nervio, alma y rito de ella. Tradiciones que no consisten solo en nuestro bendito uniforme, nuestra gloriosa camisa legionaria, nuestro característico chapiri, o nuestros himnos, canciones y ritos legionarios, sino también en la exigencia de una permanente y constante vigilia en defensa de España, de un total esfuerzo y sacrificio que va mas allá de contentarse únicamente con lo que se ordene, de una entrega total, de una disciplina ferrea basada en el convencimiento, de una feroz acometividad, de un elevado espíritu de cuerpo, que se manifiesta en un profundo amor a La Legión y a todo lo que Ella significa. En una palabra, de estar imbuido de los preceptos y virtudes cardinales de nuestro Credo Legionario, que deben ser nuestro norte y nuestra guía.
En tercer lugar, mi preocupación constante por la moral y el bienestar de mis subordinados y sus familias, como factores básicos para alcanzar la cohesión y el liderazgo en todos los niveles. El activo más importante con que cuenta La Legión es su factor humano, sus hombres y mujeres; de nada valdrían las armas y vehículos más sofisticados, si no estuvieran manejados por unas Damas y Caballeros Legionarios que no tuvieran la necesaria moral de combate para oponerse al adversario. Recordad “A la voz de a mí La Legión, sea donde sea, acudirán todos”.
Estos tres, Damas y Caballeros legionarios del Tercio Alejandro Farnesio, serán nuestros retos, no son fáciles, lo sé, pero estoy tranquilo y confiado porque sé que para afrontarlos, cuento con los mejores soldados del mundo, vosotros, mis legionarios. No me preocupan las dificultades, ni el esfuerzo, ni los sacrificios que tendremos que realizar para alcanzarlos, porque desde hoy me habéis permitido servir a vuestro lado, y con semejante compañía quien puede temer a nada, se que no me fallareis.
No obstante, pido a nuestro protector, el Santísimo Cristo de la Buena Muerte, que nos ampare y proteja a todos nosotros y nuestras familias en el cumplimiento de nuestro deber y me ayude a llevar a buen fin el compromiso que hoy asumo.
Para finalizar, os pido que levantéis la cara y miréis al cielo, donde se encuentran nuestros héroes legionarios y todos los que nos precedieron en la sagrada liturgia de vestir la gloriosa camisa legionaria, para que con ellos en nuestra mantengamos el juramento de no defraudarles nunca.
Quisiera en este momento, traer a mi pensamiento a nuestros hermanos legionarios de los Tercios 1º, 2º y 3º, y de las Unidades del núcleo de apoyos de la Brigada de La Legión, con un entrañable recuerdo a aquellos que se encuentran destacados fuera de nuestras fronteras, para manifestarles mi mas rendida admiración y respeto y decirles que nuestro Espíritu de Amistad “De juramento entre cada dos hombres”, late hoy, con más fuerza que nunca, en mi corazón.
Especial mención quisiera hacer a nuestros hermanos jinetes legionarios, de nuestro Grupo de Reconocimiento de Caballería de La Legión, heredero de los Gloriosos Grupos Ligeros de Caballería saharianos y de la gloriosa Caballería Española, que hoy forman en este patio de armas, dando testimonio de la inquebrantable hermandad legionaria.
Mi General, el Tercio Alejandro Farnesio 4º de La Legión, con su Coronel al frente, quiere manifestarle su inquebrantable lealtad y su absoluta disposición para ser empleado, una vez más en los puestos de mayor riesgo y fatiga. Estoy seguro de que si la situación lo requiere, sabremos demostrar “que pueblo es el más valiente” y si España lo demanda, demostraremos también que “el morir en el combate es el mayor honor”.
Jefe de la línea, manda firmes.
Y ahora como manifestación pública y solemne de aceptación de nuestro compromiso, Damas y Caballeros legionarios, con el gorro en la mano izquierda y el brazo en alto, gritad conmigo.
¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!.

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