viernes, 4 de diciembre de 2009

Antes sin música y sin cine que sin libertad
martes, 01 de diciembre de 2009 a las 18:21
Anoche Ramón Muñoz en El País destapaba un gol por la escuadra del Gobierno a Internet. O más bien de la Coalición de Rentistas, que es quien dicta la legislación en esta materia. Resulta que en el anteproyecto aprobado el viernes en Consejo de Ministros del popurrí, ley escoba o cajón desastre en que ya se había convertido la Ley de Economía Sostenible han colado de rondón una serie de medidas que van contra la línea de flotación de Internet. El gobierno lo ha presentado como medidas contra las páginas de enlaces pero en realidad son medidas que introducen una tremenda inseguridad jurídica para todos los que operamos en internet. Esto por tres motivos fundamentales:
El primero que añaden como causa para cerrar una página la infracción de derechos de autor.
El segundo que dejan la potestad para hacerlo en manos no de los jueces, sino de la SS (sección segunda) de la Comisión de Propiedad Intelectual.
Y el tercero que además se obliga a los prestadores de servicios a entregar a dicha comisión la información de identificación de sus usuarios.
Esto es, que con el pretexto de violación de derechos de autor se podrán cerrar webs sin que intervenga un juez. Y ya no es sólo un problema de infracciones de derechos de autor. Es que se convierte en un arma arrojadiza para cerrar cualquier web que no me guste, que me critique o que simplemente hable de mí. La Composición de la SS no se define aún en la ley, pero viendo la composición de la sección primera, ya nos podemos imaginar quién va a estar en la segunda.
Primero van a por las webs de descargas, pero seguro que poco después el objetivo será criminalizar los enlaces. Cuando los enlaces, conceptualmente, jamás pueden ser infracciones de propiedad intelectual. Parafraseando al clásico: primero fueron a por las webs de descargas, pero no me preocupé, luego a por los de los enlaces, tampoco me preocupé, ahora vienen a por mí…
Resulta que un supuesto derecho al lucro de unos pocos prima por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos. Es de sobra evidente que ni la música se muere ni el cine se muere. Pero es que aunque así fuera, yo prefiero vivir sin música y sin cine antes de vivir sin libertad, que es hacia lo que nos encaminamos.
No nos podemos quedar de brazos cruzados. Nos jugamos demasiado

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